Luis Claros es un filósofo y economista boliviano, con Maestría en Filosofía y Ciencia Política y estudios de Doctorado en Ciencias del Desarrollo en el Postgrado en Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrés (Cides-UMSA).
Docente investigador y subdirector de investigación del Cides, docente en las carreras de Sociología y Filosofía de la UMSA, es además autor de numerosos libros. Para hablar de su última publicación: Pensar la descolonización. Imaginarios y aporías, con la cual se crea la Colección Ensayos de Editorial Inti, nos encontramos con el autor en la ciudad de La Paz.
¿Cuál es el objetivo y origen de este libro? ¿Cómo está estructurado?
En este libro reuní diversos ensayos que escribí en los últimos 10 años y que tenían un objetivo compartido: analizar problemáticas enmarcadas en el horizonte de la descolonización. Se reúnen un total de nueve ensayos, en los primeros tres se revisa y analiza de manera general los modos en que se ha pensado la descolonización, y algunos temas conexos como la interculturalidad, viendo distintas perspectivas y los dilemas que implican. Una de las ideas centrales que se procura desarrollar es cómo y en qué medida la descolonización se constituye en un imaginario social, en un horizonte general en el cual se proyectan demandas, se visibilizan insatisfacciones y configuran prácticas sociales críticas del orden existente.
Los siguientes tres ensayos estudian las estructuras argumentales de tres importantes pensadores: Felipe Quispe, Silvia Rivera y Felix Patzi. En los tres casos revisamos el modo en que construyen una manera de pensar la realidad social, sus problemas y formas de superación. Ello nos permite acercarnos a las estrategias concretas que operan en la producción del sentido y que, dada la influencia de los autores mencionados, pueden funcionar como una muestra de ciertos modos generales en que se vive y diagnostica la realidad en Bolivia.
Finalmente, en los últimos tres ensayos se discuten problemas más específicos, como las nociones de identidad, totalidad, educación y memoria, ello en el marco de las problemáticas propias de sociedades plurales con colonialismo interno. Así, tenemos la intención de que el libro dialogue con diversas preocupaciones e investigaciones relacionadas con la proyección de horizontes sociales en Bolivia.
¿Cuál es la importancia del tema de la “descolonización” en la discusión académica y política en Bolivia?
Si entendemos por discusión política los debates sobre cómo dar directrices a las formas de organización y prácticas sociales, el tema de la descolonización resulta fundamental. Ello porque implica un diagnóstico de los principales problemas del modo actual de estructuración social, y un deseo y dirección de superación. Ese diagnóstico se ha articulado de diversas maneras, desde la experiencia cotidiana, vivencial, hasta formas más elaboradas que han dado lugar a movimientos de interpelación y cuestionamiento al Estado. Ahora bien, no existe una manera univoca de pensar la descolonización, y ello es, precisamente, parte de lo que sería la discusión política. En todo caso, el tema de la descolonización ha sido puesto en la agenda política como tema fundamental hace ya mucho tiempo, mediante la acción de sujetos colectivos, con la generalización de sus formas de pensar la realidad, hasta convertirse en imaginario social.
En el caso de la academia el tema puede resultar de primer orden en tanto se plantee como objetivo conocer la realidad social. Pero más allá de esa respuesta obvia, en Bolivia la circulación entre lo que sería un campo académico, altamente permeable y con fronteras difusas, y el campo político es constante. Ello puede ser visto, por algunos, como una carencia o debilidad del campo académico; otros podrán verlo como una fortaleza que permitiría articulaciones más consistentes con las problemáticas que emergen en diversos ámbitos de la vida social. En todo caso, lo que por mi parte podría decir es que esta falta de autonomía del campo académico accede a evidenciar que la producción académica no es ni puede ser neutral y es parte de la lucha política, y que su reclamo de neutralidad u objetividad suele ser una estrategia más para procurar mayor eficacia en su intervención. Pero tratando de responder puntualmente a su pregunta diría que en la medida en que en la discusión política el tema de la descolonización se hizo fundamental, dada la permeabilidad del campo académico, en el terreno específico de las ciencias sociales y humanas, el tema de la descolonización se hace también fundamental. Aunque más que fundamental, diría: ineludible.
Ud. dedica ensayos exclusivos a Felipe Quispe, Silvia Rivera y Felix Patzi para abordar la temática, ¿por qué estos nombres y cuál es su relevancia?
Se podría haber escogido diversas obras, otros nombres. La elección obedece, en primer lugar, a intereses personales. A los tres los escuché cuando recién entraba en la universidad y desde entonces me llamarón la atención y quise escucharlos y leerlos con mayor atención.
En el caso de Silvia Rivera, siempre me sedujo su forma particular de escritura, que conjuga claridad con profundidad. En el caso de Felipe Quispe, su accionar y escritura directa. Pero más allá de eso, creo que nadie puede negar la relevancia de los tres. Felipe Quispe es una de las figuras políticas más importantes del último siglo, y gran parte de lo que vivió Bolivia en los últimos 20 años es impensable sin su acción.
“La memoria y la historia son lugares de disputa en las que está en juego parte de la producción de identidades sociales, de lugares y prácticas”
En el caso de Silvia Rivera, además estamos ante una de las intelectuales más importantes del país y del continente. Me gusta decir que considero que los tres escritores vivos más meritorios de Bolivia son Luis “Cachín” Antezana, Silvia Rivera y Luis Tapia, y les digo a mis estudiantes que aprovechen, que los busquen, que los escuchen, que los lean, que los discutan, que los critiquen.
En el caso de Felix Patzi, como todos sabemos tiene un gran aporte en investigación y también tuvo una destacada participación en política, llegando ser Ministro de Educación, área en la cual desarrolló atractivos análisis.
En general, no creo que estos nombres requieran mayor justificación. En todo caso, así como el análisis puede hacerse sobre la escritura de autores reconocidos, igual es relevante analizar la producción de sentido de sujetos menos conocidos, pero cuyo estudio puede ser aún más revelador.
Como escritor y pensador, ¿cómo evalúa la figura histórica de Felipe Quispe?
Como ya lo mencioné, considero que es una de las figuras históricas más notables del último siglo, y quien hizo posible, al radicalizar ciertas posiciones, varias de las transformaciones que parcialmente se realizaron en el último tiempo.
En el ensayo que le dedico no resalto su incidencia histórica, me limito a analizar la estructura argumental de uno de sus libros, a hacer una crítica interna en el sentido de analizar sus condiciones y formas de estructuración de sentido. Hace unos meses concluí la redacción de un trabajo más amplio sobre la obra de Quispe, que en parte relativiza y matiza ciertos énfasis puestos en el capítulo que está en el libro, o por lo menos los sitúa en un marco explicativo más amplio que permite comprender mejor algunos de los puntos analizados en el capítulo, por ejemplo, consiente en mostrar que detrás de una posición primordialista para pensar las identidades está una especie de ética del trabajo, lo cual pone en duda las interpretaciones que solo resaltan el supuesto carácter racista de Quispe.
La obra de Quispe, en todas sus dimensiones, deber ser estudiada y discutida, retomada y debatida, para ampliar los horizontes de transformación.
El penúltimo ensayo lo titula: “Educación y descolonización”. En la coyuntura actual del país, ¿cuál es la vigencia de lo que Ud. reflexiona? ¿Cómo se puede caminar a pie firme, en términos de sistema educativo, en un horizonte plenamente descolonizador y qué implicaría este?
El ensayo que menciona es breve y perseguía, más que nada, el objetivo de problematizar la idea de que la educación formal institucional es un lugar clave para la descolonización. En la medida en que lo que digo en ese capítulo se mantiene en niveles generales, creo que sigue siendo vigente.
No soy quien para proponer algún sistema educativo para avanzar en la descolonización, a lo sumo podría repetir algo que ya se ha dicho bastante: retomar experiencias anteriores como Warisata y ver cómo se las puede proyectar más allá de su momento y lugar de existencia; allí había un cuestionamiento a la forma institucionalizada de la educación. La idea sería pluralizar lo que entendemos por educación.
En su último ensayo habla, entre otras cosas, de la “memoria, historia y Estado”, ¿cómo evalúa que es y cómo debería ser esa relación?
En sociedades modernas el Estado es una de las principales fuentes, no la única, de producción de memoria colectiva e historia, en cuanto forma de narración. Considero que la memoria y la historia son lugares de disputa en las que está en juego parte de la producción de identidades sociales, de lugares y prácticas. Nuestra acción tiene como parte de sus condiciones una forma de asumir el pasado y proyectar el futuro, y eso se produce a través de la generalización de un orden narrativo que selecciona y ordena los sucesos que van a formar parte de la historia y, en la medida en que se introyecta en los sujetos, se torna parte de la memoria colectiva.
Considero que analizar el tipo de relación existente puede ser un momento de crítica que apruebe abrir los espacios de disputa y cuestionar la acción estatal en la medida en que reproduce un orden de dominación. Gran parte de lo que digo presupone una posición pluralista, aunque un tanto desencantada. En ese sentido, me abstengo de decir cómo debería ser esa relación; de hecho, pensar que existe una forma necesaria de ser de la relación iría en contra de una posición pluralista y, creo, sería un poco soberbio e ingenuo.
¿Por qué debieran las personas leer su libro? ¿Qué de novedoso y atractivo encontrarán en él?
No sé sí deberían o no leer el libro, no sé si tiene algo realmente novedoso o atractivo para todos. Para algunos podrá resultar ser así, para otros quizá no tanto. Eso dependerá de las distintas experiencias de los lectores.
En todo caso, invito a la lectura como parte, pequeña, de la ampliación del diálogo sobre los modos en que en nuestro país vivimos y proyectamos la existencia social. Y el diálogo en torno a ello sí me parece algo recomendable.
Editorial Inti
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